lunes, 16 de noviembre de 2015

El trabajo bien hecho vale mucho más

Un día estaba nuestro amigo miguelito en casa tirado en el sofá y entró su padre en el salón. Al verlo ahí tirado en el sofá sin hacer nada con cara de sorpresa le preguntó:
- Miguel hijo, ¿ya has acabado todos tus deberes?
- si papa
- si que los has hecho rápido tan sólo son las seis y media de la tarde y te has puesto sólo hace media hora a hacerlos...
Es que sólo tenía unos ejercicios de lengua.
Le dijo miguelito cortándolo intentando evitar lo que sabía que iba a pasar si le dejaba hablar.
- trae los deberes anda; vamos a mirarlos para ver si están bien hechos.
Como sabia que no iba a servir de nada discutir con él, decidió ir a por ellos; cuando volvió al salón con sus deberes vio que su padre ya se había sentado en la mesa para revisarlos.
Le dio los deberes ha su padre, y sentándose a su lado cruzó los dedos para que estuviesen bien hechos.
Al cabo de tres minutos su padre paro de corregir a lápiz los ejercicios y le dijo:
"Miguel, del ejercicio que tenias que hacer, has tenido casi todos los apartados mal; anda corrige los, que se que sabes hacerlos bien hechos."
- pero papa, si da igual tener algún fallo en los ejercicios y además mañana los corregiremos en clase con el profesor...
- mira Miguel hijo, en esta vida hay pocas cosas que den igual, y esta no es una de ellas, por que lo muestras al profesor con esto es que o eres tonto al no hacer un ejercicio tan fácil bien hecho perfecto, y la otra es que eres un perezoso. Y tu y yo sabemos que no eres tonto, pero sí que un poco perezoso; así que acaba el ejercicio y cuando lo tengas bien podrás tirarte en el sofá e incluso te dejaré que dejes a la consola un rato antes de cenar...
A Miguelito el tener que hacer el ejercicio no le hizo gracia, pero en el fondo sabía que su padre tenía razón; lo que le molestaba a miguelito era que si lo hubiese hecho a la primera ahora estaría jugando a la play 3.

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